Peregrinaciones

Par疄, 20 de Abril de 1900. En el momento en que escribo la vasta feria est?ya abierta. Aun falta la conclusi鏮 de ciertas instalaciones: aun dar una vuelta por el enorme conjunto de palacios y pabellones es exponerse a salir lleno de polvo. Pero ya la ola repetida de este mar humano ha invadido las calles de esa ciudad fant嫳tica que, florecida de torres, de culas de oro, de flechas, erige su hermosura dentro de la gran ciudad. Hay parisienses de Par疄 que dicen que los parisienses se van lejos al llegar esta invasi鏮 del mundo; yo s鏊o dir?que las parisienses permanecen, y entre los grupos de english, entre los blancos albornoces 嫫abes, entre los rostros amarillos del Extremo Oriente, entre las faces bronceadas de las Am廨icas latinas, entre la confusi鏮 de razas que hoy se agitan en Par疄, la fina y bella y fugaz silueta de las mujeres m嫳 encantadoras de la tierra, pasa. Es el instante en que empieza el inmenso movimiento. La obra est?realizada y Par疄 ve que es buena. Quedar? por la vida, en la memoria de los innumerables visitantes que afluyen de todos los lugares del globo, este conjunto de cosas grandiosas y bellas en que cristaliza su potencia y su avance la actual civilizaci鏮 humana.