El Crimen del Otro

C墎eme la honra de contar la historia del caballero franco Brandimarte de Normand燰, flor de la nobleza cristiana y v嫳tago de una gloriosa familia. Su larga vida sin mancha, rota al fin, es tema para un alto ejemplo. Llam墎anle a menudo Brandel. Hagamos un silencio sobre el galante episodio de su juventud que motiv?este nombre, y que el alma dormida de nuestro caballero disfrute, aun despu廥 de nueve siglos, de esa empresa de su coraz鏮. Ten燰 por divisa: La espada es el alma, y en su rodela se ve燰 una cabeza de le鏮 en cuerpo de hiena (el le鏮, que es valor y fuerza, y la hiena, animal cobarde, pero en cuya sombra los perros enmudecen). Su brazo para el sarraceno infiel fue duro y sin piedad. De un tajo hend燰 un 嫫bol. No sab燰 escribir. Hablaba alto y claro. Su inteligencia era tosca y dif獳il. Hubiera sido un imb嶰il si no hubiera sido un noble caballero. Part燰 con toda su alma y honor de rudo campe鏮, y estuvo en la tercera cruzada, en aquella horda de redentores que cargaban la cruz sobre el pecho. Adolescente, sirvi?el hipocr嫳 en la mesa del bar鏮 de la Tour d'Auvergne, nombre glorioso entre todos: tole el estribo con las dos manos (estribos de calcedonia, ay de m?) e hizo la corte a la baronesa, puesto que su paje era.